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Cristina Aramayo: la esperanza que venció al mieloma múltiple

Publicado ~1 min de lecturaHistoria real

Tras inmunoterapia y un trasplante de médula ósea, Cristina logró vencer el mieloma múltiple y hoy es símbolo de fuerza y esperanza.

Su Historia...

Cuando a Cristina Aramayo le confirmaron que tenía mieloma múltiple, supo que debía enfrentar un tratamiento largo y complejo. Desde el inicio recibió terapias innovadoras, entre ellas la inmunoterapia, que le permitió fortalecer su sistema inmune y tolerar mejor el proceso.

La etapa más desafiante llegó con el trasplante de médula ósea. Cristina recuerda que fue un procedimiento exigente, tanto física como emocionalmente, pero decisivo en su recuperación. Durante ese tiempo, atravesó efectos secundarios y controles estrictos, siempre acompañada por un equipo especializado que ajustaba cada detalle de su tratamiento.

Hoy, en 2025, Cristina celebra estar libre de cáncer. Su historia demuestra cómo la combinación de terapias de última generación, un seguimiento médico cercano y la disciplina en cada etapa del tratamiento pueden marcar la diferencia frente a una enfermedad tan compleja como el mieloma múltiple.

Preguntas y Respuestas

¿Cómo comenzaron tus síntomas y qué te llevó a buscar atención médica?

Mis dolores empezaron en la cadera, años después de haber sido operada. Al principio pensé que eran molestias normales, pero se fueron intensificando y pasaron también a la columna, los hombros y las manos. El dolor era tan fuerte que ya no me dejaba vivir tranquila. Eso me obligó a acudir a mi seguro en Sucre, donde me hicieron exámenes y sospecharon de mieloma múltiple, aunque luego lo descartaron. Cuando los dolores regresaron, ya no tuve dudas: debía seguir buscando respuestas.

¿Qué sentiste al recibir finalmente el diagnóstico de mieloma múltiple?

Cuando el Dr. Ariel Amaru confirmó el diagnóstico, lo primero que sentí fue miedo. Recordé que mi mamá había fallecido de cáncer, así que mi reacción natural fue pensar en lo peor. Incluso llegué a prepararme para la muerte. Fue un golpe muy duro, pero también entendí que no podía rendirme tan pronto. Decidí poner mi vida en manos de Dios y en la experiencia del equipo médico.

¿Cómo fue tu proceso de tratamiento y qué etapa resultó más difícil?

Lo primero fue controlar el dolor, y eso ya me devolvió tranquilidad. Después vinieron los tratamientos más avanzados, y la idea de un trasplante de médula ósea me parecía imposible de aceptar. Al principio incluso pensé en escapar porque tenía miedo. Poco a poco fui entendiendo el proceso, ganando confianza y aceptando que era la única forma de superar la enfermedad. El momento más duro fue internarme para el trasplante, despedirme de mis hijos y saber que estaría un tiempo sin verlos.

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