Hoy en día, basta con escribir la palabra “cáncer” en Google o en cualquier red social para que aparezcan miles de resultados. Videos en YouTube, publicaciones en Facebook, cadenas de WhatsApp o blogs prometen “curas milagrosas” y consejos que parecen sencillos. El problema es que gran parte de esa información es falsa, incompleta o francamente peligrosa.
10mitoscancer
Por Oncoclinic
24 agosto, 2025
Creer en esos mensajes no es inofensivo: muchas veces las personas que confían en tratamientos “naturales” o “alternativos” abandonan las terapias médicas probadas o retrasan la consulta con un especialista. Esto puede reducir drásticamente las posibilidades de recuperación y, en algunos casos, costar la vida.
Por eso, repasamos algunos de los mitos más extendidos sobre el cáncer, explicando de dónde vienen y qué dice realmente la ciencia.
Es común escuchar que el cáncer es producto exclusivo de la vida actual, la contaminación o la industrialización. Sin embargo, los tumores no son una enfermedad nueva.
En papiros del Antiguo Egipto ya se describían masas sospechosas de ser cáncer.
Hipócrates, considerado el padre de la medicina, utilizó la palabra “karkinos” para referirse a este tipo de lesiones.
En restos arqueológicos de hace más de 3.000 años se han identificado huesos con lesiones típicas de cáncer.
Lo que sí ha cambiado es la frecuencia con la que se diagnostica. Hoy hay más casos por tres motivos principales:
Vivimos más tiempo: la edad es el factor de riesgo más importante, y con el aumento de la esperanza de vida, aparecen más tumores.
Diagnósticos más precisos: contamos con resonancias, tomografías, análisis moleculares y biopsias que permiten detectar cánceres que antes pasaban desapercibidos.
Hábitos poco saludables: el tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo, la mala alimentación y la contaminación son responsables de buena parte de los casos actuales.
Incluso en personas jóvenes menores de 50 años se observa un aumento de diagnósticos, probablemente relacionado con estilos de vida poco saludables.
El internet está lleno de titulares como “este té cura el cáncer” o “come tal fruta y nunca tendrás tumores”. La realidad es que no existe un alimento milagroso que, por sí solo, prevenga la enfermedad.
Lo que sí sabemos es que la alimentación en conjunto tiene un papel clave en la salud. Estudios científicos han demostrado que seguir una dieta equilibrada puede reducir el riesgo de cáncer y de muchas otras enfermedades crónicas.
Alimentos protectores: frutas, verduras, cereales integrales, legumbres.
Alimentos de riesgo: exceso de carnes procesadas (embutidos, fiambres), azúcares refinados, grasas animales y frituras frecuentes.
Se calcula que 4 de cada 10 casos de cáncer están relacionados con estilos de vida poco saludables, incluyendo lo que comemos y bebemos.
Por eso, el consejo es claro: no busques un “superalimento”, busca un patrón alimentario saludable y variado.
Algunas teorías populares dicen que si comemos demasiados alimentos “ácidos”, nuestro cuerpo se vuelve más ácido y esto favorece el cáncer. Según esta creencia, la solución sería consumir alimentos “alcalinos”.
Pero la ciencia es clara: los alimentos no cambian el pH de nuestra sangre. El organismo mantiene un equilibrio constante gracias a la acción de los riñones y los pulmones, que eliminan cualquier exceso a través de la orina o la respiración.
Esto significa que ni un jugo ácido ni un vegetal alcalino alteran ese balance. Lo importante de consumir frutas y verduras no es que “corrijan la acidez”, sino que aportan vitaminas, fibra y antioxidantes que sí mejoran la salud en general.
Muchas personas creen que los tumores crecen más rápido porque “comemos azúcar”. En realidad, todas las células del cuerpo utilizan glucosa como fuente de energía, no solo las cancerosas.
El problema está en los picos de insulina que se generan cuando consumimos azúcares refinados (como gaseosas, dulces, harinas blancas, arroz pulido). La insulina estimula la producción de ciertos factores de crecimiento, como el IGF-1, que favorecen la proliferación celular, incluyendo la de células tumorales.
Por eso, lo recomendable es:
Reducir al máximo el consumo de azúcar blanco y bebidas azucaradas.
Preferir frutas, pasas o jugo de manzana como endulzantes naturales.
Reemplazar harinas refinadas por cereales integrales y rescatar alimentos andinos como la quinua y el amaranto.
No se trata de eliminar todos los carbohidratos, sino de elegirlos mejor y en cantidades adecuadas.
Bicarbonato y Cáncer
Quizá uno de los mitos más peligrosos es la idea de que el cáncer es, en realidad, un hongo, y que puede tratarse con bicarbonato de sodio.
Esta teoría se basa en la observación superficial de que algunos tumores pueden verse blanquecinos, lo cual los haría parecerse a hongos. Sin embargo, el cáncer no tiene ninguna relación con infecciones fúngicas: se trata de células humanas que sufrieron mutaciones y comenzaron a crecer sin control.
El bicarbonato no se usa ni siquiera para tratar hongos verdaderos, mucho menos para curar un cáncer. Intentar este tipo de “tratamientos caseros” puede tener consecuencias fatales, porque retrasa terapias efectivas como cirugía, quimioterapia o inmunoterapia.